Tenía 28 años cuando se me presentó la oportunidad de dejarlo todo e irme a EEUU con mi pareja, un chico americano con el que llevaba menos de un año.
Mucha gente me dijo que no lo hiciese, pero yo, al más puro estilo Almu, me fui.
¿Y sabéis qué? No funcionó. Después de dos años, me tuve que volver a España.
Lo pasé mal. Tuve que volver con mi madre y dormir en la habitación de mi hermano pequeño durante unos meses.
Puede decirse que fue una equivocación, pero…. ¿lo fue?
Cuando miro atrás, recuerdo lo que fue vivir en San Francisco y en Vermont. Mis monjitas del voluntariado que hice en un centro budista. Los amigos que hice. Los colores del otoño en Nueva Inglaterra. El trabajo freelance que encontré y que me permitió seguir viajando durante muchos años después…
Bendito error que me posibilitó vivir tanto y aprender más sobre mí misma.
El miedo a equivocarnos nos paraliza, pero una vida en la que todo te sale como queremos a la primera es una vida incompleta, artificial y desconectada. En realidad, dudo que sea eso lo que quieres.
Hoy os pido que penséis en algún “error” que hayáis cometido y hagáis una lista de los tesoros que os llevasteis con vosotros.
Porque nada es solo malo ni solo bueno. Todo es cuestión de perspectiva. Y tu vida cambia cuando empiezas a verlo de ese modo.